VorMel...

VorMel...
“Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron Siete Trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.” (Apocalipsis8, 2-5) Los nombres de los siete ángeles son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel, Zadkiel. En la profecía, nadie habló de VorMel. O bien no es un ángel o bien tiene otra profecía que contar...

martes, 30 de mayo de 2023

La Fontana Sagrada, de Henry James

 


𝕸𝖊 molesta mucho encontrarme con libros de la serie "Gótico-Valdemar", ediciones Valdemar, que no sean góticos. Primero, porque me estoy dejando una inversión de dinero considerable para reunir la colección de los ciento y pico tomos de esa serie. Segundo, porque si me apetece leer "gótico", me apetece leer una historia inquietante y con toques espeluznantes y misteriosos y no las paranoias psicológicas de personajes problemáticos y que no tienen en la vida otro objetivo que mantener conversaciones -ni siquiera brillantes-, en los salones de aristocráticas mansiones.

De donde se deduce, una vez más, que en "Valdemar-Gótica" ni son todos los que están ni están todos lo que son. Lo siento por sus coleccionistas; lo siento por mí mismo.

En segundo lugar, mi cabreo no se debe únicamente a la desilusión de comenzar un libro, que podría ser gótico y luego no lo es.... No; mi enfado sobre todo se debe a lo aburrida e insoportable que es esta novela. Un auténtico coñazo, si se me quiere disculpar.

El caso es que Henry James, que me conste, sí que había escrito literatura gótica en, por ejemplo, "Otra vuelta de tuerca", novela que he leído dos veces y de la que, compruebo ahora, no he publicado ningún comentario en este blog. Confío hacerlo en los próximos 30 ó 40 años.

Por otro lado, no voy a hacer una crítica de "La Fontana Sagrada", más allá de mi anterior comentario sobre mi disgusto; recordad que este no es un blog de crítica literaria, sino de literatura gótica. 

Dicho lo cual, poco hay que añadir: La Fontana Sagrada no contiene ninguno de los elementos mínimos que la tradición literaria gótica acepta para catalogar un escrito como de "gótico": no hay un elemento misterioso o de suspense ("uncanny"); el factor arquitectónico que nos puede avocar una atmósfera medieval o, cuanto menos, de la época del romanticismo, no está presente; no hay tramas familiares complicadas ni antiguos manuscritos, ni leyendas ancestrales, ni laberintos míticos o elementos simbólicos; no hay emociones llevadas al límite, erotismos larvados o falacias patéticas. Nada; no hay nada de eso.

Y entonces, ¿qué hay? Si leemos la contraportada de Ediciones Valdemar (y que coincide con la reseña publicada en su web) veremos que "Durante la última de sus estancias de fin de semana en la gran mansión Newmarch, en la campiña inglesa, el narrador de esta historia tiene ocasión de observar asombrosas transformaciones en algunos de los huéspedes: una mujer fea se ha vuelto inexplicablemente bella, un joven ha envejecido de forma exagerada, un imbécil exhibe una inteligencia deslumbrante..., en definitiva, unos mejoran mientras otros empeoran. El protagonista espía y analiza estos fenómenos, tratando de encontrar la clave del enigma en una supuesta serie de misteriosos «intercambios de fuerza vital»."

Pues bien, dejadme que os diga que no sé quien ha escrito esa reseña pero, primero, es falsa, y segundo, predispone al lector a encontrarse algo misterioso "intercambios de fuerza vital" que no se van a dar. Queridos señores de Valdemar: gracias por joderme aún más la lectura de uno de sus libros.

Ciertamente, el narrador, en primera persona (mal empezamos), acude invitado a una cierta mansión en la que se encuentra con antiguos conocidos, hombres y mujeres, en los que observa un cambio desde la última vez que los había visto. Y a partir de ahí comienza una serie de conversaciones y reflexiones para tratar de dilucidar si ésta es amante de aquél, si a ése le gusta la otra, si le ha influido, si se conserva bien, o si el amor le mantiene joven. Pero vamos, ni intercambios de fuerza vital, ni ostias en vinagre (de me disculpará de nuevo).

 Otra cosa: me decía yo, "bueno, ya que no vamos a disfrutar de una novela gótica, al menos lo haremos de ese maravilloso estilo británico supurante de ironía y cinismo que nos hará sonreír". Pues no, no, no, no. Henry James, que no era inglés sino americano, es un aburrido, un soso, un ñoño, un repelente-niño-vicente, un triste, un amargado que trata de hacer interpretaciones psicológicas y positivistas de la vida. Y el que quiera saber algo más de él, que busque en la Wikipedia.

En resumidas cuentas, mi pesar porque, con lo corta que es la vida, he perdido una semana en leer "La Fontana Sagrada" 

Y chimpún.

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