VorMel...

VorMel...
“Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron Siete Trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.” (Apocalipsis8, 2-5) Los nombres de los siete ángeles son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel, Zadkiel. En la profecía, nadie habló de VorMel. O bien no es un ángel o bien tiene otra profecía que contar...

lunes, 10 de abril de 2023

Les Vampires (1915)


𝕷es Vampires es una serie policíaca muda francesa de 1915 y 1916 escrita y dirigida por Louis Feuillade. Ambientada en París, está protagonizada por Édouard Mathé, Musidora y Marcel Lévesque. La trama, complicada y a menudo incoherente, gira en torno a una extravagante banda de criminales parisinos, Los Vampiros (que no son los seres mitológicos que sugiere su nombre), y su implacable enemigo, el periodista Philippe Guérande (Édouard Mathé) . La serie consta de diez episodios de duración muy variable. Con una duración aproximada de 7 horas, se considera una de las películas más largas jamás rodadas.
 
Los Vampiros, maestros en el arte del disfraz - suelen llevar capuchas y leotardos negros para cometer sus crímenes - están dirigidos por cuatro "Grandes Vampiros" que mueren sucesivamente y son fielmente servidos por la vampiresa Irma Vep (cuyo nombre es un anagrama de vampire). Irma constituye el corazón y el alma no sólo del grupo, sino también de la película. Encarnada con voluptuosa vitalidad por Musidora, que gracias a ella se convirtió en una estrella. Su carisma subvierte el tema del bien contra el mal y contribuye al tono amoral de la película, reforzado por el hecho de que los buenos utilizan métodos sin escrúpulos con la misma frecuencia que los malos, así como por la feroz matanza de los Vampiros al final de la historia.

Al igual que en las historias de detectives y de casas encantadas, Les Vampires crea un mundo de orden burgués de aspecto inamovible al tiempo que lo socava. Las espesas paredes y suelos de los castillos y hoteles están plagados de puertas falsas y paneles secretos. Las enormes chimeneas sirven de ruta de escape para asesinos y ladrones, que corretean sobre los tejados de París y suben y bajan por las tuberías como monos. Los taxistas suelen transportar polizones en el techo y abren trampillas para que los fugitivos accedan a refugios secretos. En un momento dado, el héroe se asoma a la ventana de su apartamento, situado en el último piso del edificio, y en ese mismo instante le pasan un lazo alrededor del cuello, tiran de él y lo arrojan a la calle, lo meten en una gran cesta y lo depositan en un taxi en menos tiempo del que se tarda en decir «lrma Vep!».

Para reforzar esta atmósfera de estabilidad caprichosa, el argumento está construido alrededor de una serie de sorpresas inverosímiles, que implican apariencias engañosas a ambos lados de la ley: personajes «muertos» que vuelven a la vida, pilares de la sociedad (un cura, un juez, un policía) que resultan ser Vampiros, y Vampiros que son agentes de la ley infiltrados en la banda. Lo que es fundamental para la evolución del thriller, y lo que lo convierte en un pionero de la forma, es la capacidad de Feuillade para crear, a una escala amplia e imaginativa, un mundo doble, sólido y onírico, conocido y desconocido a la vez.

Difícilmente clasificable como película "gótica", más bien "cine negro", no deja de provocar un cierto desasosiego ante los poderes de la sociedad; en este caso, no poderes del más allá sino del "más acá". En todo caso, y aunque sólo sea por su valor histórico, es un documento interesante a visualizar.


martes, 4 de abril de 2023

La cara amarilla. Por Arthur Conan Doyle.


𝕸e resisto mucho a calificar como "gótica" ninguna de las novelas o relatos protagonizados por Sherlock Holmes, el personaje creado, como sabéis, por Sir Arthur Conan Doyle, porque siempre, en el desenlace de la historia detectivesca, hay una explicación racional que elimina cualquier atisbo de misterio, paradoja o cuestión sobrenatural.

En el "curso de literatura gótica", organizado e impartido por Mirari Bueno en la "Casa del Barrio de Carabanchel", tuvimos ya hace años este debate con otra de las obras cumbres del genial detective: "el sabueso de los Baskerville". La discusión entre los alumnos se centró, precisamente, en esta cuestión: ¿podemos clasificar como "gótica" una novela donde falta el elemento sobrenatural (sea este un vampiro, un fantasma, un espíritu, un zombie, un demonio o el santo ángel de la guarda? Y es que, en principio, el cuerpo nos pide decir que "no" pero recuerdo que nuestra maestra, Mirari Bueno, argumentó que si así fuera, y siendo sinceros, nada entonces podría calificarse de "gótico" sino como mucho de ciencia ficción. También argumentó que, por ese motivo, los expertos de la literatura gótica (por cierto, experto no es lo mismo que "académico universitario") hablan de una variedad de características a cumplir por una novela gótica, y que no tienen que darse todas a la vez, sino la mayoría. Y que, en todo caso, de existir una que no puede faltar es el "uncanny", esa palabreja inglesa que no tiene equivalencia en castellano, y que viene a significar una atmósfera inquietante y escalofriante que provoca en el lector de la novela (o vidente de la película) una cierta sensación de desasosiego. En esta línea, concluyó que "el sabueso de los Baskerville" sería una narración gótica, aunque sólo fuera por la sensación que provoca el paseo por el páramo, el misterio o la creencia inicial de los protagonistas de que había algo sobrenatural, aunque al final se demuestre lo contrario.

Pues bien, en esa línea y con ese mismo argumento, deseo analizar otra de las narraciones de Conan Doyle, contenidas en el volumen 4 de "el Canon de Sherlock Holmes"; en concreto, la de "la cara amarilla" (título traducido en otras editoriales -la que yo estoy manejando es la de "Valdemar, el canon"- como "el rostro amarillo".

La historia comienza como es habitual en los relatos cortos: Watson, quien está recopilando documentación para publicar los casos de los que se ha ocupado su amigo, encuentra unas anotaciones sobre ésta historia en cuestión y Sherlock, pipa en mano, sentados ambos frente a la chimenea, y con un whiskey en la mano, le cuenta los detalles.

En este caso, resulta que acudieron en el pasado a cierta casa en el campo, llamados por un marido celoso e inquieto porque su mujer "ya no es la misma". La hasta ahora amorosa esposa se ha vuelto nerviosa, preocupada, ida e, incluso, se levanta a media noche, creyéndolo dormido, y sale de la casa para ir... ¡Dios sabe dónde! Un día, la sigue por la noche, y ve que se dirige, atravesando la campiña, a un cottage, en cuya segunda planta aparece por la ventana una cara amarilla que le mira. Y, hasta aquí, puedo contar, animando al lector a que busque y lea la narración.

Globalmente, creo que el argumento sobre la "goticidad" de la novela es el mismo antes expuesto. Inicialmente parece que hay un elemento sobrenatural (ya veremos lo que pasa al final), la historia se desenvuelve no en un castillo o abadía, pero sí en un cottage, uno de esas casitas de campo tan maravillosas que abundan en el Reino Unido de dos plantas más desván (apunte: ¿por qué en España los chalets son tan feos y "prácticos" -en el mal sentido de la palabra-?

Pero no sólo eso; hay además otras notas definitorias: complicaciones en las líneas familiares; la historia se desenvuelve en un entorno escalofriante, ni más ni menos que los páramos ingleses con niebla y sonidos nocturnos; en fin, una delicia. Pero, sobre todo, y a poco sensibles que seáis, comprobaréis ese regomello que te recorre por la espalda y que te lleva a echarte la rebequita por los hombros. Uncanny lo llamamos.

Dejando clara la goticidad del relato, (sentada siempre en mi opinión personal), aprovecho para comentar el tremendo esfuerzo que me está costando la lectura completa del Canon de Sherlock Holmes. Me quejaba yo de Lovecraft pero Conan Doyle, pues en fin, qué queréis que os diga, tampoco se queda a la zaga.

Feliz lectura.

lunes, 3 de abril de 2023

Sólo los amantes sobreviven


"𝕾ólo los amantes sobreviven" es una excelente película vampírica de 2013, dirigida por Jim Jarmusch y maravillosamente interpretada, entre otros, por Mia Wasikowska y Tom Hiddleston.

El argumento es francamente original. Adam y Eva son dos vampiros enamorados tras siglos de convivencia, andanzas y estudios. Por razones no explicadas, en el siglo XXI viven separados: ella en Tánger y él en Detroit. Ambos han llegado a esa madurez vampírica que les lleva a tener una vida dedicada al arte, al estudio y... a sobrevivir, en un mundo donde los zombis (así llaman a los seres humanos, lo cual, dicho sea de paso, me encanta) estropean el planeta, contaminan el agua y, por ende, tienen (tenemos) una sangre empobrecida por toda clase de toxinas y demás químicos. Es en parte por ello que Adam está entrando en depresión por lo que, a pesar de las dificultades de los vuelos nocturnos en avión, Eva acude a Detroit. Allí se les unirá Ava, hermana de Eva, y con residencia estable en Los Angeles.

En el taller de literatura gótica de Mirari Bueno, y del que ya han pasado varios años, recuerdo que esta maestra de las letras góticas nos comentó que, por norma, todas las historias de vampiros se consideran "góticas". Y esto como un tributo a uno de los "buques insignia" de la literatura gótica: el vampiro.

Por lo demás, siendo sinceros, en esta película faltan casi todos los elementos de goticidad que se piden a una novela para ser catalogadas como "gótica", empezando por la falta de "uncanny", esa sensación de escalofrío que debería provocar toda obra gótica que se precie. La película que estamos comentando no lo contiene: no hay un elemento misterioso, ni terrorífico, ni inquietante. Si hace falta poner etiquetas, diríamos que es una película de "drama-ficción" en el que han elegido vampiros en lugar de cantantes de rock o de activistas ecologistas.

Entendedme bien: la película me parece maravillosa. Es original, estupendamente interpretada y tiene una estética que te envuelve desde el primer momento. Es más: se trata de una de esas películas que podría servirnos de inspiración, a los que nos pretendemos vampyros (con "y", sic) en la vida cotidiana.

Pero, y a riesgo de resultar reiterativo, este blog es de "literatura gótica", para lo bueno y para lo bueno. Y creedme cuando os digo que me ha parecido una buena película pero que, si la catalogo de "gótica" es por reconocimiento y respeto a mi maestra de literatura.