𝕷es Vampires es una serie policíaca muda francesa de 1915 y 1916 escrita y dirigida por Louis Feuillade. Ambientada en París, está protagonizada por Édouard Mathé, Musidora y Marcel Lévesque. La trama, complicada y a menudo incoherente, gira en torno a una extravagante banda de criminales parisinos, Los Vampiros (que no son los seres mitológicos que sugiere su nombre), y su implacable enemigo, el periodista Philippe Guérande (Édouard Mathé) . La serie consta de diez episodios de duración muy variable. Con una duración aproximada de 7 horas, se considera una de las películas más largas jamás rodadas.
Los Vampiros, maestros en el arte del disfraz - suelen llevar capuchas y leotardos negros para cometer sus crímenes - están dirigidos por cuatro "Grandes Vampiros" que mueren sucesivamente y son fielmente servidos por la vampiresa Irma Vep (cuyo nombre es un anagrama de vampire). Irma constituye el corazón y el alma no sólo del grupo, sino también de la película. Encarnada con voluptuosa vitalidad por Musidora, que gracias a ella se convirtió en una estrella. Su carisma subvierte el tema del bien contra el mal y contribuye al tono amoral de la película, reforzado por el hecho de que los buenos utilizan métodos sin escrúpulos con la misma frecuencia que los malos, así como por la feroz matanza de los Vampiros al final de la historia.
Al igual que en las historias de detectives y de casas encantadas, Les Vampires crea un mundo de orden burgués de aspecto inamovible al tiempo que lo socava. Las espesas paredes y suelos de los castillos y hoteles están plagados de puertas falsas y paneles secretos. Las enormes chimeneas sirven de ruta de escape para asesinos y ladrones, que corretean sobre los tejados de París y suben y bajan por las tuberías como monos. Los taxistas suelen transportar polizones en el techo y abren trampillas para que los fugitivos accedan a refugios secretos. En un momento dado, el héroe se asoma a la ventana de su apartamento, situado en el último piso del edificio, y en ese mismo instante le pasan un lazo alrededor del cuello, tiran de él y lo arrojan a la calle, lo meten en una gran cesta y lo depositan en un taxi en menos tiempo del que se tarda en decir «lrma Vep!».
Para reforzar esta atmósfera de estabilidad caprichosa, el argumento está construido alrededor de una serie de sorpresas inverosímiles, que implican apariencias engañosas a ambos lados de la ley: personajes «muertos» que vuelven a la vida, pilares de la sociedad (un cura, un juez, un policía) que resultan ser Vampiros, y Vampiros que son agentes de la ley infiltrados en la banda. Lo que es fundamental para la evolución del thriller, y lo que lo convierte en un pionero de la forma, es la capacidad de Feuillade para crear, a una escala amplia e imaginativa, un mundo doble, sólido y onírico, conocido y desconocido a la vez.
Difícilmente clasificable como película "gótica", más bien "cine negro", no deja de provocar un cierto desasosiego ante los poderes de la sociedad; en este caso, no poderes del más allá sino del "más acá". En todo caso, y aunque sólo sea por su valor histórico, es un documento interesante a visualizar.