VorMel...

VorMel...
“Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron Siete Trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.” (Apocalipsis8, 2-5) Los nombres de los siete ángeles son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel, Zadkiel. En la profecía, nadie habló de VorMel. O bien no es un ángel o bien tiene otra profecía que contar...

martes, 28 de junio de 2022

Hablemos de Lovecraft

 


Todo blog de literatura gótica que se precie debería hablar de Lovecraft, sea para comentarle, sea para decir que no se va a comentar nada porque no se considera "gótico". Pero, en todo caso, debería dedicarle siquiera unos párrafos.

Y es algo que yo, hasta ahora, no he hecho. Me cuesta; me cuesta mucho trabajo hablar de Lovecraft porque, primero, no creo estar a la altura de sus talones para, siquiera, comentarle. Segundo, y soy sincero, me resulta muy difícil entender su Universo. Y, tercero, porque sé que, diga lo que diga, voy a equivocarme con Lovecraft y que, hasta que no acuda al Plano Astral, no podré, al menos remotamente, atinar con él y con su obra. Y es que Lovecraft es lo más, el más grande, el más inalcanzable, el peor comprendido, el más admirado.

Pero, sin embargo, cuando leo alguno de sus relatos...¡me gusta tanto!


En casa estamos haciendo la colección de "Valdemar - Gótica"; un conjunto de 116 tomos editados en un papel fantástico, una cubierta preciosa, una traducción impecable y unas introducciones muy interesantes pero... "que no son todos los que están ni están todos lo que son" y, la antigua parte de esa premisa es la que más me preocupa, cuando leo con avidez alguno de sus libros y me encuentro con que no, no se podrían calificar de "góticos". En todo caso, dos de los primeros tomos que conseguimos fueron los de la "Narrativa Completa" de H.P. Lovecraft. Gracias a esta copilación he aprendido que a Lovecraft no hay que leer de corrido. Es preciso leer tranquilamente alguno de sus relatos, dejarlo estar, y tiempo después, acometer el siguiente.

Pero vayamos al meollo del asunto. En términos generales, ¿podemos considerar como "gótica" la obra de H.P. Lovecraft? 

 Los puristas dirán que no, que no se puede hablar propiamente de "novela gótica"; los demás -de moral más laxa- diríamos que, lo mismo que los góticos no mueren -aunque ya no vistamos de negro- tampoco la novela gótica est mort. Y, en consecuencia, si se siguen dando las características básicas -el uncanny- seguiríamos hablando de novela gótica, aunque ésta no esté ambientada en un castillo o abadía sino en un hotel de las montañas de colorado o en una nave espacial. ¿Cómo negar la goticidad a novelas como "The yellow Wallspaper" (Charlotte Perkins Gilmon), "El corazón de las tinieblas" (Joseph Conrad), las maravillosas historias de fantasmas de Algernon Blackwood, "El Castillo" o "El Proceso" de Kafka -con ciertos matices-, toda la obra de H.P. Lovecraft, "Rebeca" de Daphne du Maurier, "El resplandor", de Stephen King, o "El nombre de la rosa" de Umberto Eco?

Pues eso.

Y, repasando el anterior párrafo, veo que ya me he posicionado, afirmando que toda la obra de Lovecraft la considero gótica. Esto debería explicarlo con más detalle.


Pienso que la obra de Lovecraft nos sobrecoge porque se adentra en un mundo, no de fantasmas, vampiros, demonios o de hombres-lobo que a mí, personalmente, no me asustan, sino en algo más aterrador: el mundo interior del ser humano que, a veces, se manifiesta en sueños, a veces en manifestaciones de la locura, a veces en intuiciones, a veces en inspiraciones. Y es un mundo que es todo, menos pacífico. Y quizá esas manifestaciones expliquen el problema de la maldad del ser humano. Ahí es nada.

Afirma Juan Antonio Molina Fox, en la introducción del tomo antes citado, que "Al igual que el autor de El Cuervo -E.A. Poe- Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) fue un ave nocturna y un cazador de sueños (...)" en el que la noche no sólo fue un voluntario y perpetuo exilio interior sino que, además, le posibilitaba el acceso al paradisíaco mundo de los sueños, embarcándose en un viaje sin retorno hacia una nueva dimensión: el miedo cósmico, el terror de los espacios infinitos. De hecho, el sueño, en el Universo de Lovecraft, constituye una puerta de entrada a otras dimensiones del más allá de la cuarta, inalcanzables para los seres humanos.

Estoy siguiendo la introducción del reiterado libro, porque no tiene desperdicio. Y aquí quiero detenerme para realizar una constatación: sin conocerle a fondo, sospecho que Lovecraft tenía una idelogía "materialista", en el sentido de que considera que la realidad está únicamente constituida de "materia" y no de "espíritu". Por tanto, su obra está lejos de lo que, los autores clásicos consideraban seres terroríficos espirituales como un demonio, un espíritu obsesor, un fantasma o un ser n-muerto. Los monstruos de Lovecraft, aunque él mismo los denomine, quizá por falta de vocabulario en el lenguaje humano, dioses o demonios, son en realidad, criaturas de otras dimensiones, pero materiales al fin y al cabo. Más poderosos que el ser humano y, en ocasiones, anteriores a la propia historia de la humanidad pero... seres de mj.ateria, aún materia rarificada. Y esto nos da una idea de la modernidad, imaginación (hago un inciso aquí ¿imaginación o percepción? ahí lo dejo...) y genialidad del autor.

Por eso, prosigue Molina afirmando que "como Poe, Lovecraft abandona definitivamente las invenciones mágicas o legendarias de los góticos y, en su lugar, los terrores del alma, la enfermedad, la perversidad o la decadencia, se convierten en verdaderos protagonistas, culminando con ello la mutación del cuento de miedo anunciada por el primero con su renuncia a seguir utilizando temas y personajes del repertorio romántico (castillo encantado, fantasma, vampiro, pacto diabólico, brujería, etc.) para materializar sus propias fobias y temores infantiles, mostrando así el terror lívido de los sueños, terror de muerte, del juicio final, meteórico, inexplicable".

En este punto, muchos podréis decir que insisto en considerar a Lovecraft como "gótico" para dar prestigio a la literatura gótica. Bien, es un punto de vista. Pero si seguís mi blog, sabréis también que me niego a encorsetar "lo gótico". Se puede ser gótico sin vestir de negro, sin llevar corsés -nunca mejor dicho- sin acudir a antros góticos, sin escuchar música gótica o, es más, sin considerarse gótico. Para mí, "ser gótico" es más un estado del alma, una apertura de la mente y una sensibilidad extrema capaz de dejarse sobrecoger por lo que no queda en nuestro control, sea esto un vampiro, un fantasma o un ser de la quinta dimensión. Admito otras interpretaciones, pero la mía, es esta: Lovecraft es gótico.

En sucesivas entradas, trataré de comentar alguno de los relatos de H.P. Lovecraft-

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