𝕾é bien que hoy día, tener y actualizar un blog, es como escuchar música en un walkman: algo muy trasnochado. Sucede, sin embargo, que a pesar de tener yo cuenta en un par de redes sociales, me niego a usarlas para divulgar ya que es imposible reducir una idea a un corto número de palabras. Lo siento para los que están muy ocupados y solo pueden leer en redes sociales... este blog no es para vosotros. Lo siento también si visitas más a menudo Instagram que un periódico, sea cual sea éste, pues te voy a dar una mala noticia: a pesar de lo que dice el refrán, "en Instagram una imagen miente más que mil palabras".
Así que, ¡allá tú! Yo, por mi parte, voy a continuación, a llevar a cabo la actualización anual de este blog. A fin de cuentas, los vampiros somos inmortales y no tenemos ninguna prisa en actualizar un blog.
Por cierto que si tengo algún objetivo previsto con este blog, no es otro que conseguir que el potencial lector o lectora aprendan a diferenciar la literatura gótica de la literatura de terror. No tienen nada que ver, ¿está claro? (Si tienes duda, te recomiendo que releas mi blog desde el principio).
Pues bien, hoy voy a comentar otra novela que también está publicada en la editorial Valdemar Gótica y que, sin embargo, no es gótica. Eso sí, tras la bronca que les eché el año pasado a los señores de Valdemar, he hecho el firme propósito de no volver a enfadarme con ellos. En parte porque luego, en persona, me caen muy bien, y en parte porque si quieren publicar en su línea de Valdemar Gótica libros de terror, cocina, deportes alternativos o cuidado del jardín, ¿quién soy yo para criticarles? Más aún cuando, vamos a reconocerlo, la calidad de impresión, de las traducciones, de la portada y del mismo papel, es una delicia. Así que nada, señores de Valdemar, seguimos tan amigos a pesar de que, una vez más, y en este caso, con el tomo de Libros de Sangre (volúmenes I, II y III) de Clive Barker, nos encontremos ante una obra de terror, pero no gótica.
Pero vayamos por partes: ¿Quién es Clive Barker? Déjame que te cuente, limeño, pues Lady Wikipedia tiene la gentileza de informarnos que Clive Barker, (Liverpool, UK, 1952) es escritor, director de cine y artista visual británico. Estudió Inglés y Filosofía en la Universidad de Liverpool. Su vasto repertorio artístico abarca desde cuentos de horror hasta obras maestras de fantasía moderna con tintes de horror. Barker es uno de los más aclamados autores en los géneros de horror y fantasía. Inició su carrera con diversos relatos de horror recopilados en la serie “Libros de Sangre” (Books of Blood) y la novela faustiana “El libro de las maldiciones” (The Damnation Game). Posteriormente, se trasladó hacia el género de la fantasía moderna con toques de horror. Su estilo más característico incluye la idea de que existe un mundo subyacente y oculto que convive con el nuestro, el papel de la sexualidad en lo sobrenatural y la construcción de mitologías coherentes, complejas y detalladas. La serie “Libros de Sangre” fue publicada en Estados Unidos en una edición barata, pero la originalidad, intensidad y calidad de las historias hicieron que Stephen King manifestara: “He visto el futuro del horror y su nombre es Clive Barker”.
De él se dice que es conocido por su habilidad para explorar lo inimaginable y lo indescriptible, sumergiéndose en las profundidades de nuestras pesadillas más oscuras.
Hasta donde llego a saber, Valdermar Gótica tiene dos tomos publicados de Clive Barker: el que yo he leído (nº 103 de la colección y que integra tres volúmenes) y otro que tengo adquirido pero aún no he abordado (el nº 108, con otros tres volúmenes más). Por tanto, mis impresiones se refieren al primero de ellos.
Compuesto por 16 relatos cortos, y si hacemos caso a la reseña de la contraportada, este tomo contiene algunas de las mejores historias cortas de Clive Barker. El autor contribuyó a la evolución del género de horror al introducir el sexo y la violencia de manera gráfica y brutal. Algunos relatos notables incluyen:
- “El Tren de Carne de Medianoche”, una historia enraizada en las películas de terror más explícitas.
- “El blues de la sangre de cerdo”, que mezcla elementos de “El señor de las moscas” y “La naranja mecánica”.
- “Terror”, con un sadismo entre lo explícito y el voyeurismo.
- “Restos humanos”, considerada una obra maestra de la ficción macabra moderna.
Mi opinión personal es que son unos relatos interesantes, que mantienen al lector en vilo. Pienso que Barker es un excelente escritor de terror del siglo XX. Quizá predomina demasiado el elemento "sangre" pero no por eso va a desmerecer. Insisto, es una buena obra y un buen escritor.
Pero, desde mi punto de vista, no se puede calificar como de literatura gótica; o al menos, en mi opinión que, por marcarme un criterio, trato de aplicar las características generales de la novela gótica expuestas por César Fuentes Rodríguez ("Mundo gótico") y que así aprendí en el excelente curso que, sobre literatura gótica, impartió nuestra maestra y amiga Mirari Bueno. A saber:
- Falta el elemento esencial denominado "uncanny", en inglés, y de difícil traducción al castellano, pero que viene a indicar una sensación subjetiva de misterio y suspense que provoca en el lector cierto "regomello" o "escalofrío". En los relatos de Barker podemos asombrarnos, inquietarnos y, si nos gusta, regodearnos con escenas sangrientas o con un futuro distópico pero... eso no es "uncanny".
- No está presente en ninguno de sus relatos el elemento arquitectónico, tan tradicional en las novelas góticas: castillos, abadías, caserones...
- No surgen, y si lo hacen tienen un carácter muy secundario, tramas familiares, desapariciones o sorpresas en los linajes de los protagonistas. Tampoco existe una profecía ancestral o nada que se le asemeje.
- Los hechos sobrenaturales, o bien están demasiado explicados, o bien sometidos a la lógica o bien se vanalizan, lo que no influyen en contribuir una atmósfera inquietante.
- No hay emociones llevadas al límite ni están presentes esas maravillosas "enfermedades góticas", desmayos o convulsiones. Bien, esto tiene su explicación, pues nos movemos en un siglo XX avanzado, que nada tiene que ver con la época del Romanticismo.
- No se da el erotismo larvado propio de la literatura gótica sino, pura y directamente, sexo explícito. Achaquémoslo, de nuevo, al siglo que nos ocupa. Así es la vida.
- Tampoco es habitual esa "falacia patética" que tanto nos gusta (truenos y centellas, nocturnidades, vientos huracanados, portazos...).
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