𝕽econozco que, hasta ahora, ésta es la publicación de este blog que más difícil me está resultando. Y el motivo es que me une una gran amistad, basada en un sincero afecto, con el autor de la novela que hoy pretendo comentar, Toni Sánchez Bernal.
Su primer libro, "Morir, el último tabú" no fue una novela sino una obra de divulgación basada en una serie de entrevistas que el autor hizo a representantes de diferentes corrientes espirituales y filosóficas -tales como el cristianismo, hinduismo, islamismo, la Fe Bahai, el sufismo o el espiritismo-, sobre lo que nos espera después de la muerte, digamos, física o muerte material. Tal libro llegó en 2019 y, por casualidad -o causalidad-, era una época en la que, personalmente, me estaba sacando un post-grado en la UNED sobre "filosofía e historia de las religiones", así que reconozco que me impactó mucho su contenido.
Ofensa al frío, sin embargo, es novela-novela y con una temática y contenido sorprendente. He querido usar "copilot", o el sistema de "inteligencia artificial" de Microsoft para indagar sobre esta novela y, como no podía ser de otra manera, se ha hecho eco de lo expuesto en diversas webs literarias y editoriales. No lo voy a transcribir porque, desde ya mismo, os aconsejo la lectura de esta novela, y no deseo influiros en cuanto a su argumento que, por cierto, me parece mucho más rico que lo expuesto en la red o en la propia contraportada del libro.
Lo que sí quisiera reproducir, por estar de acuerdo, es que las diferentes reseñas publicadas a fecha de hoy, destacan la intriga original, los personajes excelentemente desarrollados y una forma muy activa en que la historia avanza desde diferentes puntos de vista.
En lo que no concuerdo, o al menos no al cien por cien, es en calificar esta obra dentro del género de novela negra o thrillers policíacos porque, y aquí está mi aportación, para mí es una novela gótica en toda su pureza... si es que admitimos que se haga novela gótica fuera del tiempo (siglo XIX) y del espacio (Gran Bretaña) habituales. Si nos permitimos esa licencia, y al son de fanfarrias, deberíamos proclamar que un escritor español, en el siglo XXI ya avanzado, ha escrito una novela gótica. ¡Maravilloso!
Cierto es que, como dicen los abogados, la doctrina no es pacífica en el hecho de diferenciar cuando una novela es gótica, de terror o negra. Y, como todo en la vida, nada es 100% puro por lo que, lo habitual, es que en una misma novela haya distintos géneros porque, en realidad, así son las cosas. Por ello, yo no discuto que "Ofensa al frío" tenga en su parte principal, o en vestigios, rasgos de novela negra o de terror. Lo que me importa, en lo personal, es que también tiene rasgos góticos como fiel defensor del género gótico que soy.
Y ahora me toca la parte más difícil, que es defender esa afirmación. Y, por supuesto, tal como vengo haciendo en este blog desde el 2 de noviembre de 2011 ¡cómo pasa el tiempo! me voy a basar en la sabiduría que nuestra profesora de literatura gótica, Mirari Bueno, nos transmitió en varios cursos impartidos en la Casa del Pueblo de Carabanchel, que para castizo, uno mismo, con base en la obra e investigación de César Rodríguez Fuentes y, en particular, en su obra "mundo gótico". A saber:
- Primero y fundamental: la lectura de Ofensa al frío provoca en el lector un "uncanny" que te mueres de gusto.... sí, sí, "uncanny", esa palabreja tan manida y de difícil traducción al español y que viene a ser una sensación subjetiva de temor, de inquietud, de escalofríos que te provoca la lectura al punto incluso de que, aun siendo verano, le dices a tu compañero "anda, acércame la rebequita, que me la echo por los hombros pues este libro me está provocando un qué se yo que ni para qué..." Pues eso es "uncanny". Y, ya te digo, señora, que no todos los libros de terror te provocan "uncanny"; sólo los góticos: el Castillo de Otranto, el Monje, los Misterios de Udolfo, Drácula, Frankenstein, Cumbres Borrascosas, Melmoth el Errabundo, toda la obra de Lovecraft, el Resplandor y Ofensa al frío. Entre otras muchas, claro está. ¿Y cuándo se siente "uncanny" en Ofensa al frío? Pues en ocasiones muy, muy precisas que el lector comprobará al hilo de la descripción de las bajadas de temperaturas en la casa, o del movimiento de persianas o de... lo siento pero "hasta aquí puedo leer" para no estropearos la novela.
- Tenemos el elemento arquitectónico presente en toda novela gótica que se precie. Si bien en el romanticismo gótico literario del siglo XIX, lo propio era un buen castillo, una abadía con siniestros sótanos o un caserón, en Ofensa al frío tenemos... un chalet en la sierra madrileña. Pero no se sonrían y analicen conmigo: coges el coche, tomas la A-VI, te sales por el desvió a Cercedilla o similar, empiezas a atravesar bosques, la carretera se hace cada vez peor, las cuestas empinadas, se hace de noche, no se ve... y allí está el chalet en cuestión. Un chalet, por cierto, donde pasan cosas raras pero raras-raras, al punto de que los habitantes deben pensar (este añadido es mío) "mejor nos callamos porque de lo contrario nos encierran". Pues ese es el elemento arquitectónico gótico que, para colmo de cánguilis, tiene la calefacción estropeada y, aparte del motivo que descubriréis cuando leáis, ya de por sí, hace un frío que te cagas.
- Como la más fiel novela gótica, tenemos otro elemento esencial ¡por Dios bendito, si es que Ofensa al frío lo tiene todo! Tramas familiares, desapariciones y sorpresas en los linajes de los protagonistas. Y, por si no fueran pocas las tramas familiares de los protagonistas, también en la inspectora de policía, y en el propio policía.
- Por supuestísimo, que tenemos hechos sobrenaturales. Y aquí, por cierto, un diez para el escritor, Toni Sánchez Bernal pues este tema, cuando se toca, se corre el riesgo de caer en lo cutre, esperpéntico o banal. Pues bien, Toni ha sabido tratarlo con elegancia, con respeto y sin dar nada por supuesto lo cual, por cierto, acojona más aún. Los llamamos "hechos sobrenaturales" porque la razón, la pura y simple razón no puede explicarlos. Y porque se han colado en la vida cotidiana de los protagonistas que "saben sin querer saber", pero que están ahí... Al punto que, en un momento dado, ya en plena desesperación, acuden a una medium de un centro espírita de Madrid cuyo contacto han conseguido de casualidad, o -de nuevo diríamos- de causalidad y que les da ciertas pautas para comenzar a enfocar el problema.
- Nos encontramos con otro elemento gótico típico: emociones llevadas al límite, como por ejemplo nos encontramos en los celos o pasión mal enfocada del policía por la protagonista y que será el desencadenante de la trama. También es llamativo el caso contrario, la situación fría, tensa, equívoca, indiferente... todo eso pero llevado al límite, entre la pareja protagonista de la historia y residentes en el chalet. Super-gótico, vamos. Cuestión que, por cierto, se une al siguiente punto.
- Falacia patética, que dicen los entendidos; es decir, una tormenta en el momento oportuno, un buen trueno... en este caso, un buen embarazo que llega en un momento álgido de la novela y que, por cierto, hace que el lector se sienta tremendamente preocupado por el devenir del asunto y por una madre que parece expuesta a los ataques de los encarnados y desencarnados.
- Pero no se vayan todavía: aún hay más. La última característica que mencionan los entendidos del género gótico (y que, por cierto, es la más complicada que se dé una vez iniciado el siglo XX), pues en esta novela se da: erotismo larvado. Es decir, no sexo explícito en plan "ven acá p'acá" sino un erotismo sutil, de "sí pero no", de "no pero sí", de "venga la última vez", de "no así no", de "es que mi hermana se va a enterar", de "es que he vuelto con mi marido".... en fin, no deseo hacer "spoiler" y no puedo explicarlo más, pero confiad en mí cuando digo que en Ofensa al frío tenemos "erotismo larvado".
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